Canciones prohibidas y visitantes inesperados, estas son las historias que se oyen de boca de los vecinos del barrio de Analco. Se cuentan de persona a persona mientras pasean por la plaza, se susurran entre los jóvenes que visitan el centro cultural, y se narran alrededor de las fiestas y reuniones familiares y con amigos, son la esencia de quienes viven ahí, de viejos y niños que adoran asustarse e investigar si es verdad o no.
Hoy te traemos dos leyendas que nos dejaron con el ojo cuadrado y con el corazón a punto de salirse del pecho, estamos tan seguros de que te fascinaran que lo primero que harás al terminar de leer será correr al barrio de Analco y comprobar por ti mismo lo que ahí se relata.
· Deseos del otro mundo
Hace muchos, muchos años, un anciano sacerdote dedico su vida a la iglesia, con devoción y amor, siempre viviendo de manera austera, con sencillez, era tal cual, un santo en toda la extensión de la palabra. Se dice que un buen día una persona corría de manera apresurada, con el sudor en la frente, corría sin parar por las calles del barrio de Analco, cuando se encontró con el sacerdote, y con el aliento entrecortado le dijo que un moribundo le necesitaba, así que le dio la dirección y el sacerdote fue a su encuentro.
Al llegar a la casa indicada se percató de que era una vivienda muy humilde, de aspecto pobre, pero sin importarle eso toco a la puerta apolillada, pero no recibió respuesta alguna, llamo a la puerta una segunda vez, pero fue en vano. Así que sin más empujo aquella puerta vieja, y cuál fue su sorpresa, un hombre estaba ahí en medio de la habitación, tirado en un montón de trapos deshilachados y sucios, estaba en desamparo y en la miseria más terrible.
Aquel hombre obtuvo lo que necesitaba, se confesó, encontrando así la paz que buscaba, el sacerdote perdono sus pecados en el nombre de Cristo, pero antes de retirarse, el sacerdote dejo algunas monedas debajo de la almohada del hombre, pues eran las únicas que traía consigo, esto con la promesa de que volvería otro día a visitarle.
Tiempo había pasado ya, pero el sacerdote cumplió su palabra, así que volvió para visitar a aquel hombre, pero esta vez lo vio más difícil, pues aquella puerta no cedió ante nada. Por ello el sacerdote pidió ayuda a los vecinos para poder abrir aquella apolillada puerta, al final forzaron la puerta y cuál fue la sorpresa que se encontraron ahí, resulta que el hombre había muerto hacía muchos meses, mucho antes de que el sacerdote lo visitara por primera vez, ellos encontraron un esqueleto. Sin más ni más. Aquel suceso pasó de boca en boca por los vecinos del barrio de Analco, pues el anciano sacerdote había confesado a un muerto.
¿Qué opinas? Nosotros sentimos un poco de escalofríos, y no sabemos muy bien que opinar sobre ello, pero lo que sí sabemos es que todo puede pasar.
· Una canción prohibida
Barrio de Analco, 1940. Fue en ese año en donde la famosa canción “Capullito de Alhelí” se puso de moda, esa canción estaba en todas las casas, salía de boca de todos, y no paraba de sonar. Pero… de pronto se convirtió en la canción prohibida, nadie tenía permitido cantarla, o silbarla, o tan siquiera mencionarla, y es que aparentemente un guapo y enigmático catrín gustaba de silbar esta canción por las calles del barrio.
Y es que no era cualquier catrín, aquel hombre era el mismísimo diablo paseando por el mundo mortal, lo que hizo que aquella canción fuera vetada. Aquel rumor corrió tan pronto por los otros barrios que Guadalajara dejo de cantarla y de escucharla, tanto así que, si las jovencitas tan solo osaban mencionarla y desobedecían, entonces eran severamente castigadas.
¿Te puedes acaso imaginar tremenda situación? Es bastante curioso en realidad. Pero lo que queremos saber si te gustaron las leyendas de hoy, pues a nosotros nos han fascinado, cada vez descubrimos más sobre nuestro estado, y es que son las personas las que nos hacen amarla más. Cuéntanos si ya las conocías, y recuerda que Jalisco es cultura y tradiciones.
