Leyendas que vienen y van, lo que cuentan en El Grullo

Existen historias que nos dejan helados, que de no haberlas escuchado no creeríamos que existen en el imaginario cultural de un pueblo, hoy te contaremos una de esas narraciones que hacen que se detenga todo, sigue leyendo y descúbrelo.

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Estuvimos pensándolo todo el día, tratando de explicar lo que escuchamos, ¿Cómo repetir aquellas palabras? A veces no es tan fácil, pero nos gusta creer que cada vez que se presenta un reto, podemos librarlo de la mejor manera, y es que en ocasiones escuchamos cosas increíbles que parecen salidas de un cuento de los hermanos Grimm, y si es de tinte romántico sentimos que es algo muy Brontë o incluso Austen, no se sabe de donde podrían surgir semejantes cosas. Pero existen, están ahí, aunque a veces no podamos verlo, es… como el aire.

Pues nada, dicen los pobladores de El Grullo que existe una comunidad que viene y va… se parece un poco a la historia de la colonia inglesa de Roanoke, ese grupo de personas que se asentaron en el estado de Virginia, a quienes nunca volvieron a ver, bueno, te aseguramos que esta vez te quedaras pensando y miraras dos veces antes de decir nada.

Querido lector, al final de día tú decidirás que creer y hasta donde, solo mantén la mente abierta, y te aseguramos que serás trasportado, te sentirás… hechizado.

·         Guadalajarita está, y ya no está

En el principio un rico hacendado sintió que podía tenerlo todo, y cuando hablamos de todo, es todo. Quizá estaba aburrido o quizá es solamente que gustaba de retar los límites, lo que sabemos es que se enamoró de una hechicera que se prendó de él, literalmente, su amor dio como resultado el nacimiento de un pequeño de mejillas rosadas, la alegría de la vida, o casi, pues resulta que el hacendado ya tenía una esposa, una que por cierto no estaba muy feliz.

La mujer del hacendado estaba furiosa por el nacimiento del pequeño, así que en venganza le dio fin a su pequeña, corta e inocente vida, su odio la llevo a cometer crímenes imperdonables, pues acto seguido fue tras la madre, la hechicera, sin miramientos la quemo en leña verde… pero mientras la hechicera ardía y se retorcía, su corazón, por medio de sus labios profirió una maldición que alcanzo a todo el pueblo, incluso al más ingenuo y puro de sentimientos, ninguno de salvo.

Se utilizaba la leña verde pues era la unica efectiva para la quema de brujas

Nunca se dijo nada más al respecto. Hasta que un buen día, un arriero que viajaba de la ciudad de Guadalajara a El Grullo se vio en la necesidad de detenerse, pues el sol estaba ocultándose y la luna se ponía sus mejores galas para ocupar su lugar junto a las estrellas, y ahí al mirar a su costado, mientras bajaba justo donde se unen los dos arroyos vio algo impensable, y no porque fuera algo malo o fuera de este mundo, sino porque aquel camino le era tan conocido como respirar y no recordaba haber visto un poblado como ese, sin más opción anduvo el camino restante y se adentró en aquel lugar.

Lo primero que llamo su atención era que los lugareños vestían ropas extrañas, parecían antiguas, pero sin notarse el paso del tiempo, lo que pudo notar era que tenía un tinte tenebroso y anticuado, se dispuso a buscar una posada o algún sitio donde pasar la noche, al final encontró la posada frente al jardín, y ahí paso toda la noche.

Por la mañana, casi al mediodía, el arriero salió y comenzó a buscar su camino para seguir adelante con su viaje, cuando iba caminando se topó con un anciano que le pregunto de donde venía y a donde iba, el arriero le contesto amablemente la ruta que estaba andando, justo en ese momento el reloj de la iglesia marco el cuarto para las doce, aquel hombre le dijo que lo mejor que podía hacer era marcharse de inmediato del pueblo y no mirar atrás, el arriero asustado lo cuestiono ante aquello, pues las cosas se estaban tornando lúgubres, extrañas.

El hombre le contó la trágica historia de amor entre la hechicera y el hacendado, le dijo que el pueblo estaba sumido en una maldición de tinieblas, condenado a desaparecer 364 días al año, y con la única oportunidad de aparecer de su cautiverio mágico los viernes santos, desapareciendo el sábado siguiente y continuando un ciclo de oscuridad, (quizá olvidamos mencionar que aquella era semana santa, justamente el fin de semana santo). Sin pensarlo dos veces, el arriero se marchó como si el mismísimo Caronte se hubiera parecido para llevarlo al Inframundo.

Camino todo lo rápido que pudo, retomando su camino, de pronto el reloj marco las doce del mediodía, y de la nada un viento tempestuoso se presentó, nublando su vista, el paraje se cubrió de polvo, como si de las arenas del Sahara se tratara, el arriero pensó que no terminaría, así que hizo de todo para calmarse, cuando se sintió fuera de peligro dirigió su vista al lugar en donde se encontraba aquel pueblo tan tenebroso… cuál fue su sorpresa cuando miro, no podía dar crédito a lo que sus ojos veían, donde estuvo un grupo de casas y negocios tan solo se miraban piedras gigantescas… Guadalajarita se evaporó, hasta el año siguiente.

Las historias nos hacen quienes somos, y forman parte de lo que nos define, nos llevan justo a donde estamos parados en el momento y son testigos de todo lo que ocurre. Puede que nunca veamos este pueblo nómada, tan místico y maldito por una tragedia que no debió ser, pero lo que si es que ahora la conoces gracias a los pobladores de El Grullo que la han conservado para nosotros, gracias a todos los que cuentan historias, son la esencia de todo lo místico mágico que existe en nosotros.

Y recuerda, Jalisco es tierra de leyendas.

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