Leyendas de Amacueca que te sorprenderán y te erizaran la piel

Se cuentan muchas historias alrededor de fogatas, en las calles, en las plazas y quioscos, y lo que se narra en Amacueca te dejará bastante sorprendido, sigue leyendo y conocerás más.

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Sabemos que las leyendas te fascinan, por eso hoy te compartimos un par de historias que se narran en las calles de Amacueca, seguramente no las conoces todavía, o puede que por cosas de la vida ya escuchaste alguna, como quiera que sea, una buena lectura que estimule la imaginación nunca está de más, pues finalmente todos estamos hechos de historias. 

  • El toro negro de Tepec 

Iba caminando por la tarde, casi noche, con su bolso de víveres, después de un largo día, cuando sin darse cuenta, miró a un animal, sería una vaca, un buey o alguno de esos, el caso es que era enorme, cubría todo el paso, era ancho como avenida principal, y con unos cuernos tremendamente grandes, y unos ojos rojos que parecían revelar más de lo que se puede comprender. 

Aquella tremenda bestia, porque no se le puede llamar de otra manera, atacó a esta pobre alma desafortunada, queriendo herirle con sus enormes cuernos, empujando, empujando, haciendo de todo, pero aquel animal seguía en su lucha invisible, haciendo quien sabe que, mientras esa pobre alma enmudecida por la impresión, tan solo estaba ahí, sin más, cuando el miedo que le paraliza abandonaba su cuerpo, un rezo al divino salió de sus labios, y así, sin más, aquella bestia desapareció, como si la hubieran aspirado. 

Sin embargo, nadie le creyó, lo único que quedaba, era el recuerdo de aquel desafortunado encuentro, como si acaso, a aquel demonio se le ocurriera hacer bromas aleatorias, tan solo por diversión, nunca repitiendo… 

  • El santo niño de atocha 

Aquí en Amacueca se encuentra la iglesia del Dulce Nombre de Jesús, ahí se localiza la imagen del Santo Niño de Atocha, a quien se le atribuyen infinidad de milagros, incluso hay gente que viene de otros lugares. En Jalisco se cuenta una historia, una propia.

Dicen los mayores que en Amacueca Jalisco, hace muchos años llegó a vivir una familia que se asentó a vivir a la entrada del pueblo, su casa era una típica vivienda humilde, pero contaba con una característica peculiar, su fachada era adornada por hermosas flores llamadas clavellinas.

Cuentan que ellos fueron los que trajeron al pueblo la imagen del Santo Niño de Atocha, una imagen hecha de pasta de caña, pero, tenía la… costumbre de despertar por las noches, pues siempre se escuchaba que bajaba del altar y salía de la casa, incluso mencionan que en el piso de tierra quedaban marcadas sus diminutas huellas.

Hay quienes dicen que aún hasta nuestros días, es común ver a un pequeño niño de no más de 10 años caminando a altas horas de la madrugada en las calles del pueblo, entre los sembradíos o en lo alto del monte. Pues a él se le atribuyen infinidad de milagros, en especial la búsqueda de animales perdidos como ovejas, vacas, becerros, caballos, perros y otros. Tiempo después la familia decidió donar la imagen a la iglesia del Dulce Nombre de Jesús, en donde se le venera.

Dicen, los que saben, que la figura ha ido creciendo con el paso del tiempo, pues cuando fue donada era como un infante de 4 o 5 años y ahora su cuerpo y su rostro parecen ser los de todo un adolescente.

Será, o no será, lo único que sabemos bien a bien es que las leyendas vienen de algún lugar, que hay razones verídicas para que surjan y permanezcan, y que hay mucho de nuestro mundo que no conocemos.

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