Pocos juntaríamos a la Navidad y las leyendas en la misma oración, pero resulta que esta festiva época tiene algunas historias por contar, algunas no son tan agradables, otras tienen matices de tristeza, pero sin duda, todas ellas son parte de la Navidad, pues nos hace pensar que no todo es blanco y negro, hay muchos tonos de gris entre uno y otro y eso no necesariamente es malo, al contrario, hace la vida mucho más interesante.
Hoy te contamos algunas de esas historias, quizá no las conocías o puede que ya las hayas escuchado muchas veces, sea como fuere, esperamos que pueda tener una nueva perspectiva sobre lo que es la Navidad, y que va más allá de lo que se ve, en realidad es basta y compleja, pero siempre, una de las más hermosas.
· El krampus, un personaje peculiar
El protagonista de nuestra historia es un personaje malvado muy popular en Suiza, Krampus. Este personaje tan… peculiar es el que lleva carbón a los niños que no se han portado bien, digamos que es la contraparte de Papá Noel.
Hace muchos, pero muchos años, en Europa se hablaba de un ser peludo y con cuernos que se llevaba a los niños de sus casas. El Krampus. Muchos piensas que es un demonio, pero cuenta la leyenda que era compañero de Santa Claus, algo así como un alter ego malo que se encarga de robar la ilusión de la Navidad a los niños, e incluso llevárselos a ellos.
Tenía los dientes largos, cuernos de cabra, cara de enfado, lengua bífida, cola larga y enroscada y mal humor. Disfruta de castigar a los niños que se portan mal llevándoselos durante un año. Su nombre deriva de la palabra alemana Krampen que significa “garra”.
· Las calcetas de Papá Noel
Esta preciosa leyenda, se cree que es el inicio de la bella tradición de colgar calcetas en la chimenea, esperando recibir un obsequio preciado, y puede que sea cierto, quizá gracias a esta historia de amor, ahora podemos gozar de una tradición navideña que a chicos y grandes encanta.
Hace mucho tiempo, en la lejana Turquía, vivían las hermanas Hazan Sila y Nor, tres niñas turcas bastante pobres que tenían una humilde casa junto a su padre. Como no tenían dinero llevaban zapatos viejos, tanto así que se empapaban los calcetines. Al llegar a casa siempre ponían los calcetines junto a la chimenea para secarlos.
Una noche del 24 de diciembre, cuando las hermanas dejaron de ser niñas y se convirtieron en unas preciosas señoritas, lloraban desconsoladamente, porque estaban enamoradas, pero no se podrían casar al no tener dinero para la dote, pero en ese momento pasaba por allí el obispo de aquella región, Nicolás (al que después todos comenzarían a llamar Santa Claus por su enorme bondad).
Más tarde, esa Nochebuena, Nicolás aprovechó que la chimenea estaba apagada para colarse por allí. Vio los calcetines de las muchachas y las llenó de monedas de oro. Las chicas al despertarse el día de Navidad no se lo podían creer, ¡tenían dinero suficiente para casarse! Nicolás comprobó la felicidad que había originado y decidió que dejaría regalos en la noche de Navidad a las familias más necesitadas.
A veces, lo único que debemos hacer es… creer, y dejarnos llevar por la magia que invade cada rincón del mundo en esta época, puede que nos llevemos una sorpresa.
