Lugares con encanto, la fuente de los niños traviesos

Hay cosas en la Perla Tapatía que tienen mucha belleza, esta fuente tan peculiar adorna el Centro Histórico de Guadalajara, si no la conocías sigue leyendo.

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¿Quién de los que crecieron en el Estado, ya no se diga en el Área Metropolitana de Guadalajara, no conoce la “fuente de los niños meones”? Diremos que todos la conoces, o mínimo la ubicamos. Esta fuente tan divertida y peculiar se encuentra en Calle de Morelos, Zona Centro, 44100 Guadalajara, Jalisco, para ser muy precisos. Está cerca del famoso Callejón del Diablo, a unos cuantos metros de la Plaza Tapatía. Pero lo primero que te diremos es que ese es, no es su nombre, la fuente se llama “fuente de los niños traviesos”. Le debemos esta obra al escultor jalisciense Miguel Miramontes.

Esta fuente de forma rectangular tiene las figuras de unos pequeñines que arrojan agua de distintas partes de su cuerpo, y solo uno de ellos realmente está “orinando”, aunque a los cuatro traviesos se les conozca con el mismo calificativo. Esta fuente causa admiración y fascinación a chicos y grandes, y es objeto de fotografías incontables entre los turistas que, con ojos de asombro y mirada un poco infantil, inocente, se quedan embelesados por tan curiosa obra.

Pero esta fuente no está ahí únicamente porque sí, tiene un bello significado: la fuente representa la alegría de la infancia. La manera tan inocente, pero suspicaz, en la que la niñez se representa en estos pequeños juguetones que con sendas sonrisas juegan sin temor. Una mención y significado dignos de ser ovacionados, pues poco se ve representada la etapa más dulce del ser humano, cuando se es niño sin prejuicios, soñador e inocente. Las cuatro estatuas de los niños jugando con el agua, están rodeadas con herrería negra tradicional y fueron colocadas en 1982, junto con la plaza.

Pero esta fuente no se encuentra exenta de historias que se narran a su alrededor, y es que aunque es muy sencilla, se cuenta que hay quienes narran entre conocidos, que en realidad se trata de una leyenda, ya que al estar cerca del Hospicio Cabañas, que hace unos años sí albergaba a niños, hubo cuatro niños que se escaparon del hospicio para ir a jugar al río San Juan de Dios, como cualquier niño travieso y curioso, esto cuando aún era río, pues se encontraba a unas cuadras del lugar. Otra historia asegura que originalmente los cuatro niños se encontraban “haciendo pipí”, pero debido a que insultaba la moral de algunos lugareños, se decidió modificar las esculturas. Puede ser que sí, puede ser que solo sean rumores. Pero sea lo que sea, nos gustan las leyendas que rodean sitios especiales.

Sea como fuere, esta es una escultura tapatía que debes ver en tu próxima visita.

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